Wednesday, November 02, 2011

Los anteojos.

-Hola.
Te extrañé.
-Me extrañaste.
-Sí.
-¿Por qué?
-¿Por qué no?
-Porque tenés anteojos.
-Así y todo te extrañé.
Hubo un leve silencio. La miré. No parecía sorprendida, mas bien intrigada. Me recorría con la mirada. Sus ojos, sus hermosos ojos se detuvieron en mi cara, como buscando una pista. Luego en los anteojos... Ella también me había extrañado, lo sabía, pero no me lo diría a menos que fuese estrictamente necesario.
-Es bueno saberlo...
-¿Es bueno?
-Vos me dirás si es bueno o no.
-Solía serlo, al menos cuando...
-¡No lo digas!
Me miró alterada. Una pobremente disimulada sensación de inseguridad la invadió por completo.
-Son sólo palabras. Pueden lastimarte, sí, pero no lo harán.
-¿Y que hay de los anteojos? No me fío de ellos...
-¿Qué anteojos?

Se besaron apasionadamente durante un largo tiempo. Y ella volvió a ser Ella. Y él, bueno, El nunca había dejado de ser El. Se abrazaron y se tomaron de las manos. Listos para empezar a caminar.
Cuando se iban, los anteojos no estaban mas ahí. ¿Alguna vez habían estado?

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