Wednesday, January 30, 2008

Cancion.

he aqui una cancion... mia:O


equivocarme con clase
no es mi especialidad, querida
si algo no me sale bien
todos me saben mirar
y aprenden a marcar
mi debilidad

mi culpa no es pequeñita
pero se quiere escapar, si si
encerrada en mi pecho
tiene ansias de libertad
no se si soportaremos
ni un segundo mas

el mundo no se equivoca
soy complicado y lo se, muy bien
pero complicado y todo
soy muy facil de entender
aunque quizas no lo sepas
o no lo quieras ver

arrastrando los pies
las suelas se desgastan mas rapido
caminando al reves
todo se vuelve mas lejano
mareado otra vez
si veo todo desde abajo
tirado a tus pies
no me vas a reconocer

mi culpa no es pequeñita
te lo vuelvo a repetir, oh si
para que esta vez me escuches
asi sabes que decir
pues tu silencio incomoda
y me vuelve a herir

quizas asi yo aprenda
a equivocarme mejor, por Dios!
asi si algo no me sale
no te lastime mi error
se vaya lejos, solito y
nos deje tranquilos... a los dos

1

Estaba tomando algo, en el lugar de siempre, cuando creí que era hora de regresar. Deje el billete en la barra, como solía hacerlo y sin despedirme, me fui.
Era una noche hermosa, a pesar de la lluvia torrencial que azotaba la ciudad, por lo que decidí volver caminando. Por el camino cruce calles anegadas, vagabundos que buscaban techo, y otros que ya lo habían encontrado y varias personas que, empapadas, trataban de escaparle al agua, ya sea corriendo o cubriéndose la cabeza con algo. Yo también me estaba mojando, pero no me importaba demasiado. Nunca me importó. De hecho, a veces disfrutaba el estar bajo la lluvia. Creo que de alguna manera, me hacia sentir muy libre, pero no viene al caso. Esa noche vestía un pantalón bastante formal marrón claro, una camisa de color, también claro, un saco marrón oscuro, y arriba, mi piloto francés, mi favorito por cierto. Y en los pies, mis infaltables zapatos de cuero, que siempre me recordaban a cierta zapatería italiana.
Llegué a casa y sentí que el baño me llamaba, así que a pesar de la hora que era, prepare la bañera para un baño de inmersión y puse música tranquila. Elegí algo para leer, cambie la ropa mojada por mi bata, y cuando volví al cuarto de baño, la tina ya estaba casi llena, el agua a la temperatura ideal y... En fin, estaba todo dispuesto para que pueda relajarme. Al sumergirme, una agradable sensación de confort recorrió todo mi cuerpo, de pies a cabeza. Casi podía ver como mis contracturados músculos se aflojaban, al tiempo que las sales y la leve espuma, me permitían jugar con mi imaginación y soñar con que estaba en un spa de los mejores.
Cuando abrí los ojos, nada quedaba ya de aquella escena ideal con la que había empezado. El agua estaba fría, al igual que todo mi cuerpo. Mi piel estaba tan arrugada como si alguien me hubiera hecho un bollo, ya no había espuma ni rastros de las sales minerales, y si en un spa yo hubiera acabado de esa manera, no solo los hubiese demandado diez veces seguidas, sino que también me encargaría personalmente de que nunca pudieran volver a abrir sus puertas. Pero no era un spa y no había a quien echarle la culpa. Me levante temblando y como pude me seque. Saque la revista que estaba flotando en la bañera cual balsa a la deriva y deje que el agua fluya por la cañería. Considere que Pavarotti ya había cantado suficiente, y saque su disco del reproductor.
Una vez acostado, mire el portarretratos, como todas las noches, y lo puse bocabajo. Cerré los ojos, y no recuerdo mas que eso.